Hay muchas mujeres virtuosas y capaces en el mundo,
¡pero tú las superas a todas!». El encanto es engañoso, y la belleza no perdura,
pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada.
Proverbios 31:30-31
Hace poco más de 4 años conocí a Cristo como mi Salvador. Antes de ello, confieso que mi visión de lo que la Biblia dice de mí como mujer, estaba basada en la ignorancia y, por tanto, solía dar cierta validación a esas voces que hoy continúan insistiendo en que el Dios del cristianismo es una maquinación de los hombres que buscan mantener a las mujeres alejadas de su “realización personal”.
Fue hasta que empecé a estudiar la Palabra que noté que todas esas voces de fuera estaban equivocadas. Y así, encontré uno de mis pasajes favoritos: Proverbios 31:10-31, el cual habla sobre lo que es una mujer virtuosa. Si bien entre los creyentes suele ser un texto bastante conocido, para quien aún no conoce al Señor, éste puede no ser familiar.
Dicho pasaje nos da luz acerca de la mujer hecha conforme la voluntad de Dios, un poema a aquella que, como dice el texto en su versión original en hebreo, es tan rara – difícil de encontrar – y tan preciada como el rubí, piedra preciosa considerada en algunas culturas antiguas “la reina de las gemas”.
La mujer virtuosa, descrita con la palabra hebrea chayil, nos habla de una mujer fuerte, valiente, capaz y con poder para actuar para la Gloria de Dios. Es una mujer que ha sido bendecida por Dios con una impresionante serie de características y habilidades, las cuales pone a Su servicio en todos los ámbitos donde ha sido llamada a desenvolverse:
Está a cargo tanto de la administración de su casa (v.15, 27) como de una empresa (v.16, 18).
Hace ciertas cosas con sus propias manos (v.13, 19, 22, 24) y también delega y supervisa para que otras sean realizadas (v.15, 16).
Planifica a corto y largo plazo para garantizar el bienestar de su familia (v.18, 21), y vela por ello incesantemente.
Es sabia y amable con quienes le rodean y trabajan para ella (v.26).
Comparte el fruto de su trabajo con quienes lo necesitan en su comunidad (v.20).
Esta mujer virtuosa es una persona en quien se puede confiar, su sabiduría y su prudencia son la mayor de sus riquezas y tienen un impacto tanto en su familia como en la sociedad en la que vive. Su corazón emana la misericordia de nuestro Señor, pues tampoco se olvida de quienes se encuentran en necesidad, de aquellos que anhelan experimentar genuina bondad.
Sin embargo, lo que marca una gran diferencia entre ella y lo que escuchamos en nuestro día a día, es que el motor de sus proezas es el temor a Dios reflejado en todo lo que hace. Para esta mujer, ni sus hijos ni su esposo son una carga o un obstáculo, mucho menos ella es concebida de esa forma hacia el interior de su casa; por el contrario, la mujer virtuosa se realiza con y para su familia, y cada uno de sus actos hacia ellos y hacia las personas de su comunidad, dan testimonio de la gloria de Dios.
Con una antigüedad aproximada de 2920 años, este pasaje resume y exalta los diferentes roles que el Señor ha creado para las mujeres: hijas, esposas, madres, estudiantes, educadoras, obreras, administradoras, empresarias, entre muchas otras más. Él nos ha puesto dentro y fuera de nuestras casas para ser luz, para que el mundo le conozca y le reconozca a través de nuestras vidas.
Así como Rut, quien de hecho se piensa pudo haber inspirado este pasaje (Rut 3:11), la obediencia y el temor a Dios es la garantía de honrarle en todo lo que hacemos y en el lugar en donde nos encontremos; porque jamás habrá una tarea insignificante, o demasiado importante, que una mujer conforme la voluntad de Dios no desee hacer.
Como esposa y como profesionista, es un anhelo ser cada día más como esta mujer descrita en la Palabra: actuar en todo con amor y entrega, acompañada y motivada por mi familia, sabiendo que Dios me ha dado un propósito que no se compara con nada que yo hubiera podido pensar.
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Mariana Pérez Herrera
Cristiana, esposa de Marco, psicóloga.
Ministerio de mujeres IBI